Parte 1: "Recuerdo"



No puedo creer que aunque ya hayan pasado años aún duelen tus decisiones. Tus lamentables acciones pican como cuchilladas en el abdomen y espalda. Ha pasado tiempo desde entonces y lo que se dice es verdad, el tiempo cura. Pero lo que tú hiciste, aunque se cure la herida, es una cicatriz que llevo conmigo.

No todos los días te traiciona una persona que crees ser importante, un padre, para colmo. Pero tú demostraste una vez más el cliché de que el hecho de ser donante de material genético no significa ser papá.

Lo sé muy bien, ya que desde que pasó todo aquello, di a luz a la personita más importante de mi existencia, nuestro hijo. Siendo madre no puedo llegar a concebir la idea de poder abandonar a tu propia sangre, o como hiciste tu: estafar y utilizar para tu propio provecho.

Las sonrisas que me provee esta pequeña personita, desde concepción hasta nacimiento hasta el pequeño torbellino de energía que es actualmente, me hacen pensar con tristeza atrás en el tiempo. ¿Fuimos nosotras alguna vez así de importantes para ti? ¿Nos llegaste a querer?

Es triste pensarlo, pero no hay otra manera de ver el asunto. Las acciones definen una persona, y tus acciones demuestran que no hay arrepentimiento en las tuyas.

Antes sólo había ira en mi corazón, con el tiempo fue apaciguando esa sensación de odio y rabia. Ahora, siento una emoción que es difícil de describir; no es indiferencia, aunque eso es lo que te mereces. Que seamos indiferentes a todo aquello referente a ti, sea lo que sea lo que pienses ahora, sea dónde sea que vives ahora. No creo que pueda ser eso, creo más bien un sentimiento de tristeza, no por echarte de menos o algo así. Sino el hecho de cómo se te pasó por la cabeza lo que llegaste a hacer ¿Tan poco valemos?

Igualmente, hoy puedo decir que no te echo de menos, que no me duelen más tus acciones. Tengo cicatrices, pero eso me hace fuerte. Una madre cariñosa y paciente con mi hijo, una esposa que quiere y apoya a su marido incondicionalmente, una persona con un futuro que promete, porque ladrillo a ladrillo construimos esta vida en familia que tanto me llena de orgullo. Porque lo hicimos nosotros, todo.

Me gusta pensar que aprendí de tus errores. Por lo menos algo me enseñaste, a no ser como tú. Ser una mejor persona, la mejor versión de mi misma que puedo llegar a ser. Una buena madre que quiere lo mejor para su familia y una persona que persigue sus sueños.

Por fin puedo decir que eso es lo que hago actualmente, perseguir esos sueños que puse tanto tiempo en pausa porque ibas eligiendo mi rumbo a seguir a tu manera, olvidándote de mis preferencias o deseos. Entiendo que los padres tienen que hacer más fácil el camino para sus hijos, darles un pequeño empujoncito en la buena dirección para que su futuro sea brillante y consigan todo lo que quieren en esta vida.

Pero tú tenías una idea de cómo teníamos que ser tus hijas. Cómo teníamos que aparentar y cómo teníamos que pensar. ¡Qué bien que me liberé de tus cadenas antes de dejarme llevar! Antes de llegar a ser una persona miserable, sólo porque tú querías que fuese cómo tú quisieses.

Después de tanto tiempo, después de todo el dolor y la incomprensión, puedo contar mi historia. ¿Y por qué ahora, después de tantos años? ¿Por qué revolver en el baúl de los recuerdos y destapar los horrores del pasado?

Porque estoy orgullosa de mi misma. He superado todos los obstáculos y he vuelto victoriosa. ¡He ganado la guerra! Pero, como todos sabemos, una guerra consiste de batallas. Son esas batallas que han forjado la persona que soy hoy, con mis cicatrices y desperfectos.

Para poder celebrar la persona que soy hay que abrazar todo de lo que hace ser lo que me ha convertido en mi. Eso significa recordar el pasado y aunque duela, enfrentarme a los sucesos que me han amoldado poco a poco a ser lo que soy ahora; yo.

Comments

Popular Posts